¿Cómo conocisteis el proyecto de ocio en Fundación PRODE?

Nuestro primer contacto fue a través de un correo de una madre, angustiada y desesperada por no encontrar un lugar en el que pudiera encajar su hija, con una discapacidad intelectual y sin un diagnóstico claro a pesar de las continuas visitas a psicólogos, psiquiatras, neurólogos y de pruebas médicas no concluyentes. Ese correo fue rápidamente atendido por Antonio Jurado que, con enorme empatía nos asesoró sobre las distintas opciones a las que podía acceder nuestra hija. Así conocimos Fundación PRODE, su gran labor social y la calidad humana de sus integrantes.

A continuación, fue Leonor Ibáñez, otra gran persona y profesional, quien nos puso en contacto con el proyecto de Ocio. Así entramos a formar parte del grupo de ocio y conocimos a Raquel Caballero y José Carlos, excelentes personas que, con gran cariño y dedicación han hecho realidad el sueño de que nuestros hijos se sientan importantes e integrados en el grupo, atendiendo siempre sus necesidades y consiguiendo hacer desaparecer el terrible miedo al rechazo, tantas veces sufrido.

¿Qué ha aportado este proyecto en la vida de su familiar?

Este proyecto ha conseguido algo tan importante como el que nuestra hija haya recuperado la ilusión y que vaya abandonando poco a poco una vida sin motivaciones, metas ni entusiasmo y totalmente vacía, solitaria y triste.

¿Qué cambios ha notado en sus relaciones sociales y su autonomía?

Con las actividades y salidas organizadas con tanto cariño y entusiasmo por Raquel y José Carlos, nuestra hija ha pasado de su encierro en casa (instalada en su zona de confort, lejos de rechazos sufridos a lo largo de su vida por ser diferente, aunque maravillosa…) a disfrutar de oportunidades, relacionarse con personas en situaciones similares con las que empatiza, tener ilusiones, en definitiva, está aprendiendo a disfrutar de la vida.

¿Cómo ha influido a nivel familiar su participación en el proyecto?

Para los padres, este cambio que está experimentando nuestra hija, el ver como ella disfruta de sus actividades y salidas con su “grupo turístico” (como lo llama ella) es algo que no alcanzábamos a imaginar después de años de búsqueda de un lugar donde ella pudiera empezar a ser feliz. Ha sido como una tabla de salvación para nuestra hija. Es por ello que no podemos dejar de agradecer a Fundación PRODE y a los monitores del Proyecto Ocio esta experiencia maravillosa que rogamos pueda continuar. ¡Gracias por todo!

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