Es absolutamente determinante que las organizaciones tengan muy claro cuáles son los conocimientos que deben atesorar sus profesionales para satisfacer a sus clientes. Y que esos conocimientos estén orientados al cliente a través de un conjunto de procesos bien definidos.

Además del conocimiento de las personas y del sistema de gestión, las organizaciones disponen de información, constituida por datos que son procesados y documentados informáticamente.

La gestión inteligente del conocimiento debe tener como punto de partida un sistema informatizado que permita analizar la información de manera adecuada. Pero de nada sirve una herramienta de business intelligence y un cuadro de mando que integre todas las bases de datos de una organización, si no existe el conocimiento necesario para analizar sistemáticamente la información, tomar decisiones y resolver problemas de manera efectiva.

La adquisición del conocimiento necesario se lleva a cabo a través de la formación y el aprendizaje que se adquieren de terceras personas ajenas a la organización, o bien, a través de la transmisión del conocimiento entre personas, dentro de la propia organización, en base a la experiencia y la formación de cada cual.

Una vez que las personas que componen el capital humano de una organización interiorizan que es importante identificar los conocimientos necesarios, captarlos o generarlos, y aplicarlos de manera efectiva, la entidad organizativa estará preparada para gestionar el conocimiento de manera inteligente.

La captación del conocimiento se lleva a cabo a través de programas formativos que deben ser consecuencia directa de una correcta evaluación del desempeño de cada profesional. Sólo a través de la implantación de un sistema de gestión por competencias y evaluación del desempeño podrán obtenerse conclusiones rigurosas sobre las deficiencias de conocimiento existentes.

La generación del conocimiento se produce a través de programas de mentoring y eventos que permiten transmitir la experiencia y el desarrollo profesional entre profesionales. Es necesario el compromiso efectivo de los profesionales para que transmitan y pongan en práctica lo que saben, generando así un valor añadido en la organización.

En conclusión, la gestión inteligente del conocimiento no es una opción. Requiere un sistema informatizado que contenga toda la información, y los conocimientos necesarios para resolver problemas con rapidez, adaptándose con agilidad a los cambios del entorno. Las organizaciones tienen la obligación de afrontar este reto para ser competitivas, incrementar el rendimiento y la productividad, y aumentar la satisfacción de sus clientes.

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