La excepcional situación que se está viviendo actualmente ha roto con buena parte de las rutinas familiares. La realidad se ha tornado difícil, dura para cualquier persona, más aún si tiene problemas para comprender la compleja actualidad y sus consecuencias. Pero además, hay un colectivo especialmente afectado: las familias de las personas que habitualmente reciben apoyos en servicios residenciales o de estancia diurna.
Por un lado están las familias que tienen a su hijo, madre, hermano,… en un servicio residencial. Si de manera habitual la distancia supone nostalgia, incertidumbre e incluso sufrimiento, estos sentimientos que recrudecen en la actual situación de confinamiento. Son ya muchos días sin poder visitar el centro o recibir a la persona en casa. Muchos los días sin poder tocar, besar o abrazar a los que más se quiere.
Y, por otro lado, debido al cierre de servicios de día, hay muchas otras familias que se están haciendo cargo en casa, de forma exclusiva, de los apoyos que su familiar precisa. Una realidad que en muchos casos se complica para comprender la situación y autorregular su conducta, así como por la gran necesidad de apoyo de muchas personas.
Todas estas familias, tan importantes para la propia persona y la Organización, están dando una lección de dignidad, serenidad, comprensión y confianza difíciles de poner en valor del modo adecuado. Todas ellas son merecedoras de la mayor admiración y reconocimiento.[/vc_column_text][/vc_column][/vc_row]