Todo proyecto que persiga conseguir buenos resultados, lo primero que necesita es enfocar adecuadamente sus objetivos. Es imprescindible tener claro qué se quiere, cómo se desea hacer, a dónde se desea llegar en un futuro y planificar ese camino a recorrer, es decir, establecer una estrategia y recogerla en un plan. Decidir lo que hay que hacer en cada momento y la forma de hacerlo, enfocando bien durante periodos largos, es tarea imprescindible para alcanzar una óptima gestión.
No hay duda que una estrategia adecuada ayuda a conseguir el éxito a toda organización. Para conseguirlo debemos saber qué objetivos tenemos a largo plazo, conocer el entorno y sus necesidades, quiénes buscan esos mismos objetivos, valorar la capacidad de nuestra organización, formular la estrategia más oportuna según la información obtenida e implantar eficazmente esa estrategia, bien dirigida.
No se trata de elaborar un documento cargado de buenas intenciones, sin más, que en otros tiempos de bonanza podría hacerse sin mayores consecuencias, y que ahora sería un fracaso. Ya no basta con la intención, hay que pasar a la acción. Ante la escasez de recursos económicos y la fuerte competitividad existente en la mayoría de sectores empresariales, el desarrollo de una buena planificación estratégica puede ser la diferencia entre emplear eficientemente nuestros recursos, obteniendo el máximo rendimiento, alcanzando los objetivos perseguidos, o fracasar por emplear inadecuadamente nuestras posibilidades. De nosotros depende ser controlados o controlar el contexto en el que nos movemos.
Vivimos un cambio de época ante el que debemos saber reaccionar. Los cambios son importantes y se producen a gran velocidad. A las organizaciones que consigan ser más flexibles para adaptarse a esos cambios y sepan aprovechar la tecnología y la innovación con los menores recursos, les será más fácil la continuidad. Las que no consigan ver y aprovechar esa realidad, tendrán serias dificultades para su pervivencia. Ante esa amenaza tenemos la estrategia como importante herramienta. Sin una estrategia adecuada estaremos a merced del entorno.
En las entidades sin ánimo de lucro, a nivel económico, se debe tener visión de empresa. No es poca la competencia existente desde la empresa con ánimo de lucro. La diferencia entre una y otra no debe ser nunca la mayor o menor profesionalidad y rigor de exigencias. Toda organización, independientemente de si es o no con ánimo de lucro, ante el escenario hostil que se vive en los diferentes mercados, debe tener claro que se sale adelante con una buena planificación estratégica, con la participación y el esfuerzo de todos los miembros integrantes de cada organización, no resistiéndose y adaptándose a los cambios.
Las organizaciones no deben quedar esperando a que las cosas ocurran, más bien al contrario, deben provocar que sucedan. El control sobre lo que le ocurre a una organización dependerá de si ha tomado o no la iniciativa ante el camino que debe andar para alcanzar sus objetivos, y eso se llama estrategia. Sin estrategia, no hay éxito.